Por: Juan López
Los gobiernos de Brasil,
Estados Unidos de América (EUA) y de Venezuela atraviesan por crisis políticas,
con características muy diferentes y con posibles soluciones similares.
El Presidente de Brasil, Michel Temer, quien en su condición de Vicepresidente, fue
coprotagonista del proceso que culminó
con el “golpe de Estado” a la Presidenta Dilma Rousseff, gracias a lo cual se
“juramentó” el pasado 31 de agosto, actualmente, se encuentra a un tris de ser
sacado de la presidencia, por acusaciones mucho más graves: “corrupción,
sobornos y obstrucción a la justicia”.
A
esa crisis política se le adicionan los problemas económicos que están
padeciendo los brasileños: Incremento
del desempleo, inestabilidad financiera, inflación en los principales productos de la canasta familiar, rápido retroceso de
un sector de la clase media y aumento de la pobreza.
Como
consecuencia de esos problemas políticos y económicos, multitudes ya están
protestando en las calles de diferentes pueblos exigiendo la renuncia del Presidente
Temer, mientras que la oposición política, además de la renuncia, solicita la
convocatoria a elecciones directas para escoger al sustituto.
Al
evaluar con objetividad el conjunto de informaciones que nos suministran los
medios de comunicación sobre la actual situación brasileña, todo parece indicar
que se acerca el final de la espuria presidencia de Michel Temer, con peor
situación que su traicionada Presidenta Dilma Rousseff, a partir de lo cual se
presentarían dos opciones: la selección del sustituto por el Congreso o
mediante elecciones directas. Con esta última opción surge la posibilidad del regreso al gobierno del
Partido de los Trabajadores con su líder Luiz
Inácio Lula da Silva.
Con
respecto a los EUA, en los cinco meses del controversial gobierno, está aflorando una crisis política como
consecuencia de la agresividad del Presidente Donald Trump contra los medios de
comunicación, su obsesión contra la investigación sobre
Rusia y su campaña, la forma en que destituyó al Jefe del FBI y
los reveses cosechados en proyectos que envió al Congreso, tienen al Presidente
Trump al borde de un impeachment o juicio político que podría sacarlo del
poder.
El Presidente Trump es
acosado por un 53 por ciento de rechazo popular, sectores del FBI, la gran prensa
y parte del Departamento de Justicia, simultáneamente. Un sector de los
legisladores republicanos no lo defienden y 180 de los 241 congresistas
republicanos están en campañas reeleccionistas, por lo cual se le hace difícil
a Trump para detener la investigación,
la cual ya cuenta con un Fiscal Especial.
Son múltiples los
indicadores que apuntalan la posibilidad de un final de la presidencia de
Donald Trump a través de un proceso similar al caso Watergate que sirvió de
base para el juicio y destitución del Presidente Richard Nixon, en agosto del 1974.
En Venezuela la crisis es
profunda en lo económico, social y político. La situación se encuentra al rojo
vivo. El gobierno del Presidente Nicolás Maduro, desde hace meses, resiste el
agresivo acoso del bloque de partidos de la oposición, del Congreso Nacional,
de organizaciones de la sociedad civil y una presión internacional de
envergadura que lideran la OEA, EUA y
varios gobiernos de América y Europa, incluyendo al Vaticano.
La propuesta que hizo el
Presidente Maduro para realizar una Constituyente como procedimiento para
superar la crisis fue, categóricamente, rechazada por toda la oposición. El diálogo para arribar a una salida pacífica que gestionaban cuatro ex
presidentes parece que fracasó.
De acuerdo a las
“informaciones” que nos ofrecen los medios de comunicación y redes sociales, a
la crisis venezolana le quedan dos alternativas: La realización de elecciones
generales anticipadas o la salida del gobierno de los chavistas con Nicolás Maduro a la cabeza a través de un
golpe de Estado y de una lamentable guerra civil.
Estos tres casos que,
sucintamente, analizamos contienen una importante lección en cuatro aspectos,
que sugerimos valorar:
a) En esta época, los
pueblos están, cada vez, más empoderados de sus derechos y usan disímiles
mecanismos y procedimientos para hacerlos prevalecer.
b) Los avances de tecnologías,
de la informática, de los medios de comunicación y las redes sociales
son instrumentos que se están utilizando con eficacia en las luchas populares.
c) Los gobiernos están compelidos a satisfacer las expectativas
de sus gobernados mediante la
implementación de buenas prácticas y
transparencia en la administración de los erarios de sus respectivos
países. Y,
d) Los Presidentes y funcionarios que, borrachos con las alturas
del poder, subestiman a los adversarios, son permisivos ante acciones corruptas y abusadoras, que se
enajenan la realidad económica y social, se desvinculan de sus plataformas
políticas y de los aliados que les sirvieron de trampolín para llegar al poder,
corren el riesgo de perder el poder mucho antes de lo previsto y, políticamente, humillados.
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